Hace ya unos meses Agadi (Asociación Gaditana de
personas con discapacidad física) fue invitada a una reunión de la Asamblea
Ciclista Bahía de Cádiz, junto a otros colectivos de la ciudad. Asistimos en
calidad de asesores técnicos de la asociación junto a la presidenta de la
misma.
El ambiente distendido y el interés mostrado por
nuestras valoraciones fueron reconfortantes. La asamblea ciclista es consciente,
como no podía ser de otra manera, que la apuesta por la bicicleta en nuestra
ciudad, es mucho más que trazar una línea en un plano. Esta es una cuestión
como mínimo de gestión del espacio público, con múltiples factores
transversales que conciernen a toda la ciudadanía.
Desde entonces venimos participando con el
colectivo en la redacción de documentos y en diversas reuniones tanto internas como con diferentes
administraciones implicadas: Ayuntamiento, Junta de Andalucía… aportando conocimientos
en materia de accesibilidad universal.
Una vía
ciclista mal diseñada puede ser una potente herramienta para crear conflictos entre ciclista con
peatones, ciclistas con automóviles etc... Si el trazado no respetas los
espacios necesarios de cada agente, o la señalización no es correcta, estamos
condenando a la población a nuevas barreras, tensiones e incluso accidentes. Y no sólo nos
debemos limitar a cuestiones dimensionales; la bicicleta es una variable de la movilidad, el
urbanismo, la infraestructura, y por lo tanto del gobierno de la ciudad.
Sin embargo, bien gestionado, la creación del carril
bici es un elemento recuperador de la “escala humana” (Jan Gehl) para la ciudad, haciéndola más habitable. Son
virtudes ya conocidas el calmado del tráfico, la disminución de contaminación,
de ruido etc... Pero no es tan valorado como posible estrategia para la
eliminación de barreras arquitectónicas. Me explico, al intervenirse en el
espacio público, y en concreto en la franja que se disputan el peatón, el
aparcamiento y el automóvil, es obligatorio pararse a analizar lo que tenemos y
reflexionar sobre el tipo de ciudad que queremos. Entre otras cuestiones, se presenta
una ocasión única para crear verdaderos itinerarios peatonales accesibles que discurran
en paralelo al carril bici, ampliando y/o acondicionando las aceras de nuestras
ciudades. Estas en los últimos tiempos, lamentablemente, se han limitado a ser
el espacio residual de la red viaria, menoscabando la continuidad, homogeneidad,
segregación y dimensionamiento necesario para los viandantes, “curiosamente”,
requisitos comunes a un carril bici bien hecho. La ejecución de una vía
ciclista y la eliminación de barreras urbanísticas deben ir de la mano, si no
estaremos haciendo un ejercicio de intervención en la ciudad difícilmente comprensible
para los peatones.
Volviendo a nuestro caso concreto Cádiz, de la
amplitud de beneficios que conlleva la ejecución del carril bici, estimamos muy
necesaria la regeneración del espacio público que supondría (si se hace
correctamente). Dadas las condiciones actuales en las que se encuentra la
ciudad a nivel de accesibilidad universal, supondría una mejora que difícilmente
se realice de otro modo( con una ordenanza y un plan de accesibilidad
obsoletos). 30 km de carril bici, como versa el ayuntamiento, pueden suponer 30
km sin barreras, una oportunidad que deseamos no se deje escapar por el bien de
la ciudadanía.